El camino continúa

Anónimo

No hay ninguna diferencia entre la mente y el cuerpo, ambos son igualmente vacíos.

Hace seis años inicié mi tratamiento con antirretrovirales. Por aquella época, nunca hubiera pensado estaba infectado. Fueron unos exámenes que me realizó mi sexóloga los que dieron el resultado positivo al VIH. Iniciar el tratamiento con el médico especialista y la infectóloga fueron el punto de partida para entender un poco más del diagnóstico y mi realidad de vida.

Tengo 45 años y siempre he llevado una vida muy dada al sexo. Soy de esos que puedo decir que el amor no ha tocado mi puerta. Todos los años de mantener relaciones sexuales han sido por puro placer. He traspasado mis límites acostándome con cualquier cantidad de gente y de todas las extracciones sociales. Todo este recorrido lo he hecho con protección.

Sin embargo, a los 39 años, cuando llegó el diagnóstico, supe que en algún caso había fallado. Y cuando me lo preguntó la doctora, pude caer en la cuenta de dos personas. Una aventura y un ex. En la primera me dejé llevar porque supuestamente la persona llevaba condón, y en el fragor de la situación, me di cuenta de que era mentira. Con mi ex, la situación estuvo enmarcada desde el principio en hacerlo siempre sin protección. El tema fue siempre de confianza. En estos dos casos, me quedé sin saber dónde se pudo haber dado la situación.

Con este último terminé al tiempo y no volví a saber nada de él; con el otro sólo fueron tres encuentros fugaces. Valga la aclaración de que con el segundo la “relación” únicamente se basó en el sexo. En muchas ocasiones enmascaraba al que me gustaba para poder intimar con él. Y en varias ocasiones con otras personas fue así. De esto siento algún grado de culpabilidad. No es justo pasar por encima de las personas, sólo en aras del placer.

Después del diagnóstico, la vida continuó siendo una vida loca, eso sí siempre utilizando preservativo. En algunos casos, las personas me decían que tomaban PrEP [profilaxis preexposición frente al VIH] o que eran indetectables, y que lo hiciéramos sin protección, lo cual no aceptaba. Salvo un caso con un compañero de trabajo, con el cual me dejé llevar y lo hice sin la seguridad debida.

Estos años los he vivido de forma muy compleja en la parte emocional, porque aún manejo un bajo perfil frente a mi orientación. Ya el tiempo ha pasado, me siento que van llegando los años y muchas cosas se van desvaneciendo. La imagen ya no es la misma, los achaques y los modos de tomar forma del futuro son distintos. Los gustos por personas de 20 para arriba son constantes. La realidad es que para llegar a ellos lo único claro sería pagar.

A esto se suma que, como dije líneas atrás, ya pocos me miran; y como diría un amigo: somos las oxidadas. Lo que más me sorprende es que tengo un buen trabajo y profesionalmente me va muy bien. Pero en esta parte todo se va cayendo. Mendigo en aplicaciones para que hombres hablen o quieran intimar conmigo, pero en la mayoría de los casos, o me dejan de hablar, o me bloquean.

En todo este trayecto siento que me he ido quedando solo. Y aunque no ha sido fácil, el apoyo psicológico, el trabajo espiritual y el yoga me han ayudado a equilibrar mi existencia. El camino, aunque ha sido pedregoso, lo he llevado con toda la fuerza y voluntad. Soy consciente de mi condición y de lo que sigue; no será nada fácil, pero aquí estamos. Bendiciones para todos.

1 comentario en «El camino continúa»

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